Arrugas tratadas con toxina en el área periorbitaria. Mis resultados en 100 pacientes.

 

Ponente: Dra. Elia Roó Rodríguez

 

Introducción

La toxina botulínica continúa siendo el tratamiento estético más realizado. La preferencia por este procedimiento estético tanto por los médicos como por los pacientes se debe a sus resultados satisfactorios y a presentar la mejor relación riesgo-beneficio. 

 

Las arrugas de expresión de la mitad superior de la cara constituyen la principal indicación cosmética de la toxina botulínica, pero para conseguir un buen resultado resulta imprescindible una correcta valoración del paciente ya que la mímica facial es compleja y única y debemos realizar el tratamiento adecuándolo a cada caso. También es preciso un detallado conocimiento de la anatomía funcional de la cara para minimizar los efectos adversos.

A continuación se describen los tratamientos que se realizan en la región periorbitaria y sus posibles complicaciones.

 

Zona periocular externa (patas de gallo) 

El músculo orbicular de los párpados es el responsable de las arrugas de esta zona, que se disponen de forma perpendicular al mismo. La infiltración se realiza de forma subcutánea y los puntos de inyección se sitúan al menos a un centímetro del reborde orbitario y a unos 0.5-1 cm entre sí. Habitualmente se realizan 3 ó 4 puntos de inyección, situando el más alto inmediatamente por encima de la cola de la ceja y el resto de forma caudal. El resultado óptimo consiste en suavizarlas sin que se pierda la expresión de alegría que transmiten, ya que, si las anulamos por completo se produce un efecto “artificial”.

 

“Elevación de la cola de la ceja(“Lifting de las cejas”)

Consiste en debilitar el músculo orbicular que tira hacia abajo de la cola de la ceja y dejar libre en su acción al músculo frontalis, el único elevador de la ceja.  La toxina debe inyectarse de forma superficial en el músculo orbicular, situando el punto de inyección a  medio centímetro por fuera del final de la inserción del músculo frontal en las cejas y medio centímetro hacia fuera del reborde orbitario. En algunos casos con un músculo orbicular “fuerte” por encima del reborde orbitario superior se puede potenciar aún más el efecto “lifting” inyectando dos puntos más  muy superficiales sobre el reborde orbitario de cada ceja. El mejor resultado se obtiene al combinarlo con el tratamiento de la glabela.

Este efecto de elevación de la cola de la ceja debemos lograrlo en casi todas las mujeres para lograr una ceja arqueada  y no tanto en los hombres en los que la ceja debe tener una forma recta.

 

Párpado inferior 

Tiene interés en personas  con el orbicular pretarsal hipertrófico. En pacientes con un ángulo de apertura palpebral estrecho, este efecto puede ser muy favorecedor, al aumentar el tamaño de sus ojos y eliminar las arrugas infrapalpebrales. Para valorar correctamente al paciente hay que pellizcar la piel del párpado inferior y observar la velocidad de recuperación y presionar el globo ocular y observar la protrusión de la grasa periocular en forma de bolsa infrapalpebral. La infiltración debe ser superficial, creando una pápula en la línea mediopupilar inmediatamente por debajo del borde libre del párpado.

 

Efectos secundarios

Son excepcionales. Destacan la ptosis del párpado inferior, ectropion y diplopia por parálisis del músculo recto lateral.  Otro posible inconveniente es el aparente empeoramiento de las arrugas bajo el párpado inferior. En ocasiones, la mejoría de las arrugas periorbitarias laterales hace que las de la región centromedial de la cara se hagan  más evidentes.

Hay que evitar infiltrar cerca del margen inferior del cigoma, ya que la difusión de la toxina hacia el músculo zigomático mayor determinará sonrisa asimétrica. De hecho, en pacientes con piel redundante, el tratamiento de las patas de gallo puede empeorar paradójicamente las arrugas cigomáticas, por efecto gravitatorio ya que, al perder el tono muscular de la zona periocular la piel se pliega más sobre el arco cigomático.

Las infiltraciones cercanas a párpado inferior pueden ocasionar efectos adversos  como sequedad de ojos, edema transitorio, sensación de párpado hinchado y fotofobia. En ocasiones, debido a la difusión de la toxina entre las fibras de la glándula lagrimal habrá irritación ocular unilateral con una disminución en la capacidad de producir lágrima, objetivado por un ojo seco y un test de Schirmer alterado.  No debemos infiltrar el párpado inferior en los pacientes que muestran una esclerótica infrapupilar significativa con la mirada en reposo, aquellos sometidos a una blefaroplastia previa y sobre todo, pacientes que a este nivel tienen la piel redundante o laxa y que se va a ver más marcada tras la infiltración de la toxina. 

 

Elia Roó Rodríguez

Coordinadora del Grupo Español de Dermatología Estética y Terapéutica de la AEDV (GEDET)

 

Bibliografía

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